La Historia de Amanda

Primera Imagen: Las cadenas. Por Eva S. G.

La Historia de Amanda  Primera Imagen: Las cadenas.

Como supe de la existencia de Amanda, te he hablado mucho sobre ella, ha robado casi toda mi atención en los últimos días.

Llevábamos casi un año con la fundación buscando la oportunidad para entrar a trabajar con este proyecto, y el permiso del comando general carcelario para mujeres.  Si logramos poder trabajar en el comando, con la división de rehabilitación y reinserción de mujeres para la vida domestica, seria fabuloso.   Pero ya sabes como es la burocracia en este país, es tan enorme como la abundancia de su paisaje y tan alta como los picos de los andes.   Por el momento tenemos permiso de trabajar con las condenadas en aislamiento, las presas de difícil carácter y en control de comportamiento, casi todas comparten la misma categoría en la clasificación de la prisión: Aislamiento por inestabilidad de carácter, peligrosas para la seguridad pública y limitadas para la normalización o reinserción.

El núcleo, son pabellones oscuros, húmedos y todos están ubicados en las antiguas instalaciones del reformatorio femenino; son muros, celdas, e instalaciones sanitarias muy precarias y extremadamente viejas.   El pabellón esta rodeado por un muro adicional de seguridad que lo separa del nuevo centro, pero como todo fue construido alrededor del edificio viejo, termina siendo el núcleo de todo el complejo carcelario, sin embargo, te puedo decir que esta bien aislado.  Nada de lo que pasa en el pabellón de aislamiento, se escucha en los muros administrativos, ni mucho menos en las otras celdas del nuevo edificio y menos aun en el nuevo centro de entrenamiento, el cual pertenece a la comisión de reinserción y rehabilitación.  Lo que pasa en el pabellón del centro, muere ahí, y no sale de ahí.

Nos asignaron las celdas 013, 014, 016, y 000, era mi primer día de trabajo y las reclusas recibirían nuestra visita con la compañía de guardas, la idea era explicarles el trabajo y en grupos de a dos, en la sala de comer que hay en el pabellón practicar la meditación con el grupo pequeño que aceptara.  Ellas recibirían ropa nueva y los alimentos que nosotros llevábamos, mas la ventaja de salir de su aislamiento por un par de horas, todo a cambio del buen comportamiento.   La primera jornada fue bien, aceptaron colaborar por la idea de estar fuera de la celda, respirar e intentar la técnica fue bien, para mi ese día fue el inicio de un reto, y fue un excelente día.

Después de varias de semanas rutinarias y buen trabajo, una de las reclusas no asistió, estaba enferma y nos pidieron hacer un practica de meditación con ella en la celda.  Era la primera vez que caminaba más allá de la sala de comer, y me internaba verdaderamente en los pabellones, en el núcleo de aislamiento.  Lo primero que me impactó fue el hedor a moho mezclado con olores de alcantarilla, se escuchan goteras y fugas de agua que ruedan por las paredes, tuberías viejas y dañadas que nunca serán reparadas.  Alguna que otra rata pasa corriendo, para esconderse o para ver si las visitas dejan caer algo de comida.    Cuando llegamos a la celda, María estaba realmente pálida, casi no podía hablar, se ponía la mano en el pecho, los labios los tenia azules, los dedos también, no tenia que ser una experta en medicina para saber que la mujer estaba muriendo.  Me miro a los ojos y me dijo:  Sólo quiero que hagas ese ejercicio de respirar conmigo, hasta que logre ir dejando de respirar con calma… Ya por fin he encontrado mi camino a la libertad, no saldré, pero quiero morir sabiendo que puedo ser libre.  Me senté a su lado en posición de loto y empecé a hacer los canticos en pali que he aprendido, y ella poco a poco se iba apagando.  Su respiración cada vez mas espaciada y cada vez mas corta, cada vez mas superficial, se iba deteniendo y era casi imperceptible.   En un ultimo instante abrió los ojos y me miro, con la voz frágil y quebrada, hablando con ahogo, me dijo “Amanda es quien debe liberarse antes de morir, encuéntrela y dígale que se libere, ella es un ángel, pero no lo sabe, encuéntrela antes de que muera atada.”   Los guardas le dijeron que se callara de un grito.  Ella cerro los ojos, y solo murmuraba Amanda, y así dejo de respirar y de murmurar.

Los guardas me agradecieron por la ayuda, y por mi absoluto silencio.  Si queríamos continuar con nuestro proyecto, era claro entender y practicar esto: lo que pasa en el núcleo, se queda en el núcleo, lo que muere en el núcleo nunca existió y no merece ser recordado.

Pasaron algunas semanas, nuestra misión principal era enseñarles a meditar a estas mujeres, y nos estaban permitiendo hacerlo.  Un día los gritos de dolor que venían por el pasillo, era muy perceptibles, los guardas se levantaron y corrieron hacia los pabellones y las celdas.  La guardia murmuraba, los escuchaba decir – Es la puta perra rabiosa que se alboroto y hoy decidió ahorcarse con sus cadenas -.    Tanto los guardias como las guardianas se veían tan angustiados, sus palabras eran despectivas hacia esa persona, pero al mismo tiempo parecía muy importante que no se suicidara.  Parecía muy importante que estuviera y se mantuviera viva.

Detuvimos la meditación, y procedieron a encerrar a todo el mundo en la sala de comer.  Entonces abrí los ojos y mire a Guardia García a los ojos, en mi mente me preguntaba ¿como puedo ayudarlo?   Creo que mi mirada fue suficiente para comunicarnos, el me miro de frente a los ojos, y alzando la voz me dijo – oye tú cabecita rapada, ¿Cómo lo vez para lidiar con una puta loca alterada y calmarla a punta de canticos? -.

Me puse de pie y en silencio me acerqué a García y mirándolo a los ojos le respondí – siempre hay que intentarlo, es parte de observar la rabia y la locura, como todo no duran para siempre, todo cambia -.

Me tomo de la mano y me guio a paso muy rápido por los pabellones, hasta llegar a la celda 9.  Estaba gritando, como si fuera un aullido de un perro herido, las palabras que se mezclaban con el aullido decían – Perros malparidos, cobardes hijueputas, saben que muerta les daría más problemas, ni siquiera tienen las huevas para pegarme un tiro y acabar con este circo -.    Puedo decir que en sus palabras había algo de verdad, porque incluso García olía a miedo.     Entramos a la celda, García me cubrió dejándome detrás de su espalda, ella estaba allí, de pie sobre unos colchones que habían en el piso, tenia marcas en sus brazos, y lesiones en el cuello, estaba sangrando por algunas de las heridas pequeñas que tenia en el cuello, tenia en las manos uno brazaletes de metal plateado que forraban sus muñecas, en cada brazalete tenia una cadena de aproximadamente 2 metros de longitud, que a su vez terminaba integrándose  a una placa central de metal en la pared.  Una de las cadenas estaba recubierta con un material que parecía ser silicona, la otra tenia gran parte del material roto y estaba descubierta, con pequeñas manchas de sangre.  Ella era aun amarrada tenia una presencia feroz, sus ojos irradiaban fuego, sentías como si te fuera a ametrallar, o estuvieras frente a un fusil, lo que esta mujer expelía era un intenso calor, un punzante espectro, el olor de la ira.   Se sentía su rabia por toda la habitación, se sentía emanar rabia de todo su cuerpo.

García le dio unos azotes para alejarla de nuestro camino, como los domadores hacen con los tigres.  Me mantuvo detrás de su espalda y en su tono de voz más alto le dijo – No te voy a dar el gusto de matarte zorra malparida, mi obligación con la patria y con el ministro es mantenerte viva, perra desgraciada.  Mientras de mi dependa, aunque tenga que ponerte tubos a las malas para meterte la comida entre las tripas, aunque tenga que ponerte yeso en las manos para que no puedas usarlas, lo que tenga que hacer para mantenerte viva, perra hija deputa.   No es cobardía lo que me impide pegarte un tiro en la cabeza, es lo que más quisiera en este momento, es mi honor lo que me lo impide. En cambio, te sigo manteniendo viva desgraciada, porque mientras estés viva, aquí encerrada y con tu boca callada entre estos muros, no le haces más daño a nadie, no contaminas con tus ideas desviadas a nadie.  Te contenemos como la peste que eres. Porque eso eres Amanda, por eso estas aquí, por poderosa, por ser asquerosamente hermosa, por desviada, por libertina y por que infectaste la mente de muchas y muchos.  Debemos proteger a Macando de gente como tu, porque son el inicio de la peste y la peste nunca debe, morir siendo una heroína.  Primero se olvidarán de ti y luego te dejaremos morir -.

Ese día conocí a Amanda, luego entendí porque era tan importante contar su historia antes que dejarla morir.  Incluso ayudarla a morir y contando su historia, vendría luego a tener mucho sentido.

Text By  Eva S. G.