Después de escuchar las palabras del Guardia García, giro su rostro a la única ventana que tenia su celda y respiro profundo. Se recostó en la pared, dejándose deslizar sobre los colchones, adoptando una posición sentada, que se lo permitían sus cadenas y estirando las piernas. Empezó a acicalarse el cabello como si se estuviera peinando, mientras le decía a García, – Mejor me calmo y dejo que me presentes con la visita. No quiero que piense que me la puedo comer de un grito o que puedo arrancarle una oreja de un mordisco, esas cosas no son para las visitas. Mejor me peino para la primera impresión. Me pregunto, ¿a quién me traes?, ya que eres tan gentil conmigo de traerme carne fresca a esta hora. Tal vez es tanto tu compromiso con la patria, de mantenerme viva, que ahora has decidido traerme mujercitas para que me divierta y se me haga menos pesado el encierro. –
Amanda, no te hagas falsas ilusiones en tu retorcida mente no heterosexual, libidinosa y libertina.Mantenerte viva no significa que me preocupe de ti de ninguna manera o en ningún modo adicional, exclusivamente es para asegurarnos que sales en las fotos, que enviamos como señal de supervivencia, y te mantenemos respirando para cuando vengan los de las organizaciones feministas del extranjero a preguntar por ti. Podamos hacerte una foto para mostrarles. Pero ya que lo has notado, he decidido darte una oportunidad. La calvita aquí presente, es profesora de meditación. Trabaja en una de esas fundaciones ridículas de monjes descalzos, enseñándole a respirar a las presas. Y te voy a dar la oportunidad de entretenerte aprendiendo a respirar. Si te portas bien hoy, ella podría volver mañana, y el día después y así mas días. Que de algo te sirva este tiempo aunque sea para que aprendas a respirar bien, no solo a chillar o roncar como un animal.
Ella, paso su mirada escrutadora por todo mi cuerpo, sentía como si con sus ojos me estuviera requisando hasta la ultima costura y dobladillo que tuviera mi ropa. Su gesto de desprecio y de disgusto era notorio, levanto una ceja y movió sus labios a un lado y otro, estiro un poco los labios en señal de duda, y leí en su rostro escrita la palabra, insípida.
No había nada en mi presencia que pudiera interesarle, su rostro claramente comunicaba que yo para ella, no era nada de su interés. La duda era lo único que le quedaba. Pero si hay algo que he aprendido de Amanda, es que es como un felino, sabe observar y sabe esperar, sabe esperar a ver si su presa se mueve o no, sabe caminar despacio y sabe olfatear lo que pueda usar como una oportunidad en su beneficio. Eso fue lo único que la inspiro ese día a escucharme, a permitirme sentarme en mi cojín de meditación y explicarle el propósito de mi visita, contarle el trabajo que hacíamos en las cárceles. Ese día logre negociar con ella y con García una siguiente visita. Vendría al día siguiente, traería comida dulce y sabrosa que a ella le gustara y que me autorizará la guardia, nada en elementos metálicos solo recipientes plásticos, todo bajo la supervisión de la guardia y en cantidades pequeñas, y lo mas importante, me autorizaban traerle una taza de café. Aunque fuera frio, y con un pitillo, para ella seria suficiente.
Muy temprano, a la mañana siguiente prepare todo en elementos plásticos como me lo ordenaron en la prisión. Prepare el café y lo llevaba en una taza plástica, como lo había prometido a mi hora y con mi cojín de meditación, también algunos cuadernillos de cantos en pali, estaba lista para irme a la prisión.
El trafico en macondo es abrumador, mi madre dice que lo que hace la miseria a veces no es la pobreza, si no las horas que los ciudadanos pasan entre un bus o un carro, respirando smoke o perfume de bus y rumiando sus emociones mentalmente. Yo iba de salida muy temprano, pero apurada por el tiempo. Ella se ofreció a acercarme para evitar que fuera en bus cargando con las portas. – Oye Eva y ¿para quien llevas esos portas con comida? ¿Acaso te vas a quedar a almorzar con las reclusas? –
No mamá, no es eso. Me dieron la oportunidad con trabajar con una reclusa muy difícil, que esta en aislamiento. Y para que aceptara y darle un poco de motivación acordamos que le llevaría algo de comida, algo diferente a lo que hay en la prisión, y con la supervisión de los guardas. La podrá comer después de la meditación, y si colabora. Lo más importante es que no este agresiva, porque parece que tiene mucha ira.
– Eva, mi cielo cuídate mucho.Entiendo que quieres hacer este trabajo con las reclusas, lo ideal hubiera sido trabajar en el bloque de rehabilitación. Entiendo que la única oportunidad de entrar que les dieron fue este pabellón. Pero ten cuidado, en ese pabellón hay personas peligrosas, pero también hay presas políticas y creo que hay temas ocultos que quieren mantener bien guardados de la prensa internacional. Cuídate mucho, a veces solo por ser testigo en este país, te pueden pasar una factura, que puede costar la vida. Una factura, solo por tener ojos y ver lo que otros no quieren que veas. Cuida mucho donde miras. –
Si mamá, eso me he dado cuenta, que el silencio debe ser mi mejor aliado. Mi intención es ayudar. No soy actor, no soy parte y menos tengo apegos, mi única función es la observación con ecuanimidad, y ciertamente eso de ninguna manera significa hablar mucho. Tampoco he venido a esta experiencia a opinar, a mi no me corresponde opinar. Pero creo fielmente que, si les enseño a meditar, podrán hacer más llevadero sus días de encierro y tal vez liberarse de su sufrimiento interno.
– Hija, si en algún momento sientes que te están involucrando o siendo testigo de temas difíciles, que no estén alineados con tu proyecto de meditación. Por favor déjame saberlo y si es necesario te buscaremos otro sitio para tu proyecto. Recuerda que no estas sola y tienes el respaldo de tu padre y el mío.En este país sigue pesando de quien eres hija. –
Tranquila mamá, a nadie le hará daño sentarse a meditar, no hay actividad más pasiva que sentarse solo a observar la respiración. Y la mayor parte del tiempo la meditación se hace con los ojos cerrados. El único descubrimiento es, el que cada persona hace en su interior y eso no es peligroso para nadie.
Termino el trayecto, le di un beso a mi madre, y me despedí con una sonrisa, la idea era dejarla tranquila. Me bajé del carro y fui a hacer todo el proceso de ingreso a la prisión. Pienso, que es normal que mi mamá sienta preocupación por mi, es parte de su rol de madre. Pero, yo no debía entrar en más detalles con ella por el bien del proyecto.
Me ordenaron sentarme y esperar a que el Guardia García viniera a buscarme, mientras tanto dos personas de la guardia revisaban y hacían pruebas de todo tipo a los alimentos que traje, y a mi cojín de meditación, pensaba dentro de mi, que tan peligroso puede ser un cojín de meditación para ustedes. Finalmente, García me llamo desde la puerta de entrada a los pabellones del núcleo. Me saluda amablemente y me dice, – Hola la calvita que volvió hoy, debo agradecerle por venir. La loca de Amanda a estado tranquila porque sabe que recibirá algo. Debo prevenirla, esa mujer es una tigresa vieja, llena de mañas y estrategias, es como una encantadora de serpientes, también es como un camaleón, buscara la manera de sacarle ventaja a está situación. Cualquier movimiento que ella haga o información sobre sus planes que ella comente, debe inmediatamente reportarme y comunicarme, siempre primero a mi y antes de salir de este pabellón. Espero calvita que recuerde, que el silencio es el mandamiento principal del núcleo. ¿Lo recuerda? –
Si Capitán García, lo que pasa en el núcleo se muere en el núcleo y lo único que se escucha en estos muros es el silencio, todo lo demás nunca se escuchó, no se escucha y no se escuchará.
– Muy bien la clavita esta empezando a entender como funcionan las cosas aquí. Mientras esa norma siga así de clara, no tendremos problemas. Todo se puede conversar. –
Nos dirigimos a la celda de Amanda, tengo que reconocer que me temblaban las piernas, sentía un calambre en los intestinos y un vacío en la boca del estomago. Todas esas sensaciones son representaciones físicas de emociones: miedo, sensación de incertidumbre y ansiedad. Tenia mariposas, pero de las negras en el estomago, sabia que debía enfrentarme a este reto, porque era parte de mi misión en la tierra, de mi formación, de mi objetivo, pero sencillamente estaba aterrada de enfrentarme a lo desconocido. Mientras caminaba los últimos metros, me palpitaba el corazón a millón por hora, debía parar y recuperar mi punto de equilibrio antes de entrar, estaba a punto de conocer más sobre este personaje y estaba a punto de conocer de frente su ira. Lo más retador de todo era que en el fondo de mi corazón, sabia que detrás de todo esto encontraría respuestas y que tenia deseo, quería que funcionara y quería las respuestas.
Se abre la reja y esta ella sentada, en actitud tranquila, observadora, reposada sobre sus colchones, con sus manos a los lados descansando sobre sus piernas. Me contempla con mirada cuestionarte, esta evidentemente a la expectativa. Ella también quiere observarme, ella también siente curiosidad. Eso es un buen comienzo, siempre la curiosidad nos lleva a hacernos preguntas y las preguntas nos llevan a querer indagar por respuestas, eso entre los seres humanos es un precursor del diálogo.
Al entrar García me hace una seña para sentarme y con tono de voz autoritario, -Bueno Amanda, te voy a mostrar la comida que trajo la calvita, ya la revisamos y la dejare aquí a la distancia. Voy a quedarme en la entrada de la celda. La Clavita trae su cojín y se sentara a cierta distancia tuya para irte dando las instrucciones y conversando contigo. Ya sabes que si te portas bien ella volverá mañana y así consecutivamente. –
Me senté en el cojín y vi que García ponía una silla y se sentaba exactamente afuera de la celda. Amanda no lo podía ver, estaba completamente lejos de su mirada. Note que se puso unos audífonos y saco su celular del bolsillo, ciertamente yo no representaba ningún peligro para él y ciertamente mi seguridad, en caso de que Amanda se alterará, tampoco le importaba.
Amanda mirándome de frente y con un tono más agresivo en su rostro me dice – Dame la comida, a ver que fue lo que trajiste. –
EllaYo en cambio, me acomodo en mi posición de flor de loto y la mire con serenidad y compasión, debajo de su rostro agresivo, parecía esconder tanto dolor. Con mirada compasiva le respondí, – Primero vamos a hacer el primer ejercicio de meditación, enfocándonos en la respiración, después de hacerlo te podre dar la comida, con la supervisión de García. Ese fue el acuerdo. –
Ella explotó en ira, – Calva desgraciada, no estas aquí para que yo te sirva, estas aquí porque yo así lo decidí y sí se me da la gana, te podría hacer sacar de esta puta guarida de ratas. Dame la maldita comida, ¡Ahora! Es la única puta razón por la cual me aguanto tu presencia y estas aquí. – De una manera rápida me escupió, en un par de ocasiones. Cada vez que me negaba a darle la comida, seguía insultándome, era tanta su ira porque no hacia lo que ella quería, que ni siquiera se había percatado de que a pesar de sus gritos, García no entraba. Intento golpearme con sus manos, pero me había situado a suficiente distancia para que sus cadenas no le permitieran tocarme.
Yo seguía sentada en mi posición de flor de loto en mi cojín y permanecía quieta, solamente la observaba, seguía manteniendo mi mirada compasiva, mientras observaba como en ese cuerpo la ira movía sus expresiones, entre voces, gritos, miradas, gestos de asco, ojos en llamas, movimientos de sus manos tratando de golpearme y la colección de insultos más grande, que yo no me hubiera podido imaginar sola. Mientras me insultaba, yo me preguntaba de donde sale tanto vocabulario para proferir adjetivos negativos, me imagino que la misma riqueza permitiría adjetivos positivos e intentaba por cada insulto encontrar un adjetivo que fuera lo opuesto en positivo. Mientras hacíamos el ejercicio, paso un largo rato antes de ella darse cuenta que García, no estaba escuchando y de ninguna manera prestando atención.
Entonces estado de pie, mirándome de frente y con un tono más calmado me dijo – Sabes que, si estuvieras un poco más cerca, te podría ahorcar con estas cadenas. Tienes el cuello delgado y frágil. Pero, aun así, mujercita sigues ahí sentada justo en la distancia adecuada para no estar muy lejos y poder observar, la puerta, mis cadenas, mi presencia y todo mi cuerpo. En el ángulo perfecto para que no te alcance. No eres tan tonta como pareces, de algo te debe servir no tener tintura, ni pelo en la cabeza. ¿Cómo te llamas? Porque no creo que tu nombre sea Calvita. –
Mi nombre es Eva, estoy aquí para enseñarte a meditar, si me dejas, y la verdad no acepto todos los regalos verbales que me diste, esos te los quedas tu. Yo solo he venido a observar como tu dices, y a ensenarte a meditar. En relación con lo de ahorcarme, no tengo porque tener miedo de que me hicieras daño, porque yo no soy tu enemigo. En el fondo de tu corazón, lo único que tienes claro hoy Amanda, es que puede ser una oportunidad. No soy tu amiga y tampoco soy tu enemiga, pero podría ser esta conversación una oportunidad, y eso lo sabes.
Volvió a recostarse en la pared y se dejo deslizar hasta sentarse, volvió a mirar su ventana y luego me miro fijamente con displicencia, había mas interés que desprecio esta vez. – Eva, dices que te llamas mujercita. Al menos eso me gusta que no tienes un nombre como todas las mujeres de bien en este país, por lo menos no te llamas María. –
Me observaba en silencio, ahora era mas la curiosidad en su mirada, por momentos sentía que quería apuñalarme con los ojos, por mementos sentía que quería interrogarme, por momentos sentía que quería levantarse y tirarme por la ventana. Porque por momentos verme sentada, inmóvil respirando tranquila, en su presencia feroz, era algo evidentemente incomodo para ella. – Oye Eva y porque no empiezas a hablar y a decirme que carajos es lo que quieres que haga.No creo que tengas toda la vida para estarte sentada imitando a Buda, con tu cabeza rapada, tu cuello delgado, con tu pecho plano y ni siquiera tienes tetas en las cuales entretener mis ojos y mi mente morbosa. Habla que carajos es lo que tengo que hacer para que me des la comida y te largues. –
Ahora se veía un poco menos agitada, no puedo decir tranquila, pero menos agitada. Seguí sentada y respirando suavemente. Entonces decidí hacer algunos de mis canticos en Pali. – Amanda en realidad sólo tengo asignadas dos horas para estar aquí, de las cuales me quedan 30 minutos.Por ahora lo único que haremos es que sientas el aire salir y entrar a tus pulmones, mientras observar tu respirar y escuchar los canticos que hare en un idioma llamado Pali. –
Hice los canticos durante 20 minutos, y mientras tanto la observaba. Ella intentaba contener su molestia, quería continuar resistiendo y pretendiendo que hacia lo de respirando-observando. Ahora era una competencia para ella, parecía que, si yo había logrado aguantar una hora y media solo observándola, ella aguantaría mis canticos durante 30 minutos solo observándome, parecía que estaba decidida a demostrar que podía. Al terminar me levanté pausadamente y me hice delante de la puerta, golpeé las rejas de la ventana muy fuerte con mi zapato. Y le grite a García, la sombra del reflejo entre la luz de la ventana y mi cuerpo lo vio, se percato que me movía e inmediatamente se levanto, guardo su teléfono, se puso en posición atenta y entro.
No dijo nada, solo me miro y me hizo señas de acercarle la comida a Amanda. Le dijo, – Amanda, calmadamente y sin intentar ningún movimiento extraño, recibe la comida que ella te dará, termina lo que puedas comer en este mismo instante, porque debemos retirar cualquier evidencia antes de irnos de esta celda. –
Lo primero que tomo fue la taza de café, no la bebió, solo la olía, y respiraba profundo para quedarse con el olor adentro. Mientras la olía, respiraba profundo como si fuera oxigeno. Luego abrió lo demás y comió lo que pudo con las manos, solo un poco, y lo demás en cuanto nos descuidamos, me lo tiro en la cara.
García intento golpearla, pero alcance a interponerme, entonces se detuvo casi encima de mi cuerpo. Le pedí que se quedara quieto y le mostré el reloj en su muñeca para recordarle que se había terminado mi tiempo permitido. Le di a entender, que había sido descuido mío, no la mire a los ojos, recogí la comida regada, lo mejor que pude y los restos, empaque todas mis cosas.
Antes de irme, la mire con toda la compasión que me salía del corazón, ella sufre y su ira la hace ignorante, por eso reacciona así. Tal vez ella no sabe que la comida no tiene ninguna culpa en lo que le pasa, cuando ella no entiende que arrojándome comida no me hace ningún daño a mi, sólo se lo hace a ella misma. Pero no soy yo quien debe decirle eso. Ella lo entenderá un día por si misma. Me incliné y le dije – Muchas gracias Amanda, por permitirme tu presencia aquí este día, te veré mañana, a la misma hora en la mañana -.
Debe estar conectado para enviar un comentario.